El papel del historiador no debe ser el apuntalar, pulir, remedar, ni mucho menos evocar la gran historia patria que creemos saber desde niños o que se nos ha dicho que debemos conocer desde entonces, consideró Rodrigo Moreno Gutiérrez, académico del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM.
Durante el último día de actividades de la IV Escuela Internacional de Verano 2021 organizada por la Universidad de Panamá (UP), el profesor del posgrado en Historia de la Universidad Nacional abundó que tampoco es necesario que estos profesionales vayan por el mundo con el dedo flamígero de la pretendida erudición, corrigiendo las convicciones o intereses legítimos de la sociedad vinculados a los relatos tradicionales o a los valores patrios.
Por el contrario, dijo, la obligación del historiador es ofrecer, en la medida de lo posible, perspectivas históricas, críticas e informadas en torno a la realidad a partir de la reflexión de contextos pasados. “En esa medida, es imperativo propiciar una profunda conciencia colectiva sobre la doble incidencia del pasado en nuestro presente, y de éste en la forma en que nos explicamos el pasado”.
Reconstruyen en lo profundo del mar la historia de la guerra de intervención
Al participar en la conferencia “A 200 años de la Independencia de América Hispana: Una Oportunidad para Reinterpretar el Proceso y Concepto de la Independencia. Bicentenario, nacionalidad y legado”, el académico universitario acotó:
De ser necesario que la historia nos incomode y confronte; algo imposible si los historiadores se convierten en guardianes de un reservorio de máximas edificantes y pedagógicas.
Para el especialista no se debe engrosar la historia de los grandes varones o continuar con la discusión de las paternidades de la patria, lo que habría que hacer es percibir que los grandes problemas nunca tienen una sola causa, consecuencia, explicación o perspectiva; una historia más involucrada en problematizar los lugares desde los cuales se vieron y se ven las cosas: a partir de los pueblos, comunidades indígenas, mujeres, extranjeros expulsados, prisioneros y víctimas.
En suma, una historia más útil para tender puentes, hablar, pensar y dudar, y menos preocupada por venerar o vituperar, resaltó Moreno Gutiérrez durante su participación en esta actividad académica en la cual la UNAM fue institución invitada.
El profesor del posgrado en Historia de la UNAM destacó que existe un divorcio de intenciones e intereses entre la historia que se conmemora y la que se discute; es decir, “entre el relato patrio y el análisis histórico, mientras que éste busca explicar y proponer interpretaciones por naturaleza problemáticas, aquella exalta valores y principios que supone la teología nacionalista”.
Las conmemoraciones se basan en la ritualidad, el elogio y la ceremonia. En cambio, el análisis, la cautela y el contraste en la sistematicidad, la rectificación, el rigor y la argumentación.
Y es este divorcio de intenciones que con frecuencia genera desencuentros y decepciones, la sociedad y los medios demandan al historiador que en la efeméride a conmemorar relate información estable, muertes ya sabidas, que evoque la historia, que cuente el cuento, y aprovecha el espacio para presentar dudas, matices, ambigüedades, problemas cambiantes, explicaciones vinculadas explícitamente a nuestro presente, concluyó el especialista.