La presencia nunca antes vista del feminismo en el espacio público, así como la urgencia y necesidad de analizar, comprender y visibilizar la forma en la que las erres del feminismo interactúan y cómo la tensión entre éstas puede condicionar que suceda en la política y sus alianzas, hace indispensable una nueva forma de pedagogía crítica, y sobre todo la autocrítica en los distintos feminismos, aseguró la directora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, Marisa Belausteguigotia Rius.
Al poner en marcha, junto con el director general de Divulgación de las Humanidades, Ángel Figueroa Perea, la vigésimo octava edición del Coloquio Internacional de Estudios de Género “GRRRRR Género: Rabia, Ritmo, Rima, Ruido y Responshabilidad”, indicó: se trata de un ejercicio de abrir puertas y ventanas, de imaginación, fabulación y confabulación; de cómo lidiar con la furia, el enojo, la frustración que despierta la impunidad, la arbitrariedad con el inmenso daño causado a tantas familias, mujeres, al país, por la falta de acceso a la justicia, el desdén y el descuido.
Este coloquio apunta a eso, a la autocrítica en el propio feminismo, también a conjugar la política, la pedagogía y la acción con la imaginación, con el fin de trabajar juntas. Necesitamos convergencias, conversaciones, alianzas de todo tipo, con actores, no solamente entre nosotras, también con las que no piensan como nosotras, precisó la también académica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y de la Universidad de Nueva York.
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Y abundó: nos interesa debatir entre colectivas, estudiantes, personal académico, artistas y activistas a partir de preguntas como: ¿qué mecanismos y prácticas hay que echar a andar para fortalecer la academia como espacio de resonancias y construcción de lo común, la igualdad y la justicia, en frontera con el activismo y la militancia?, ¿qué papel tienen las prácticas artísticas en la generación de pensamiento y acciones críticas no violentas? Buscamos visibilizar la forma en que academia, activismo y arte se conjugan para que suceda la política y la alianza.
En representación de la coordinadora de Humanidades de la UNAM, Guadalupe Valencia García, Figueroa Perea expuso: necesitamos propiciar y construir nuevas generaciones de niñas y niños “nativos de la equidad de género”, que no contemplen el descrédito, el abuso, el acoso, el odio, la superioridad, la cosificación y la agresión.
En ese sentido se vuelve más que fundamental, el enorme empuje y la rabia, y el ruido de millones de jóvenes en todo el mundo, en nuestro país, en nuestra Universidad, acotó.
La rabia moviliza
En la conferencia magistral «Ya para siempre enrabiadas: pequeño diccionario para las movilizaciones de hoy», la escritora Cristina Rivera Garza reconoció el espacio universitario como crítico y productivo, y abordó la genealogía de las aulas además de los espacios de la academia en una forma de activismo, donde las emociones emergen como prácticas colectivas que producen realidad y transformaciones para generar igualdad.
La rabia moviliza, cuestiona, vincula y permite visibilizar las pequeñas y grandes violencias, es una forma de calibrar el mundo. Cuando se experimenta en colectivo, por grupos de mujeres exhaustas de no poder sepultar esos cuerpos perdidos, mujeres “para siempre enrabiadas”, surge como trabajo del duelo, de conciencia, como el hacer/recoger/compartir memoria y cuidados, refirió.
Frente a ese cansancio aparece lo que llama la Escuela de la Rabia, como la necesidad de seguir las huellas y ecos de aquellas y aquellos saberes que nos han presidido. Así la rabia oscila entre duelo colectivo, vigilia, conciencia y camino.
Al comentar la conferencia, Belausteguigoitia Rius aseveró que “hacer política es confabular voces y huellas”, mismas que hay que saber caminar juntas. Se preguntó si hay que quemarlo todo y romperlo todo para obtener respuestas, y cómo integrar la imaginación al uso de la rabia, para que ésta no resulte devastadora.
Cabe señalar que en las mesas de trabajo de esta jornada se comentó sobre la rabia y el ritmo, la reconfiguración de lo público a través de intervenciones, protestas, y otras formas de representación.
Asimismo, se retomó la conexión entre las historias de mujeres víctimas de violencia y de aquellas que toman los espacios para visibilizar las violencias, entre otros temas.