Ciudad de México. Lady Gaga volvió a reunirse con sus «Little Monsters» en México, en un espectacular concierto en el Estadio GNP Seguros, el primero de dos fechas programadas, donde reafirmó su estatus como icono de la cultura pop global.
Ante más de 62 mil asistentes, la cantante, actriz y activista neoyorquina desplegó toda su teatralidad musical, combinando estridencia, sentimentalismo y un homenaje constante a la diversidad, características que han definido su trayectoria desde sus inicios.
Durante el espectáculo, Gaga agradeció al público mexicano leyendo un mensaje en español: «Los quiero, mis monstruos. Es muy importante este país. Estoy feliz de regresar tras 13 años… Los amo», expresó mientras sostenía una bandera mexicana, desatando una ovación ensordecedora.
Una noche de música, teatralidad y conexión
El show, enmarcado dentro de la promoción de Mayhem, su octavo álbum de estudio, ofreció una mezcla de sus éxitos más emblemáticos y nuevas composiciones. El repertorio incluyó temas como Bloody Mary, Abracadabra, Judas, Scheiße, Garden of Eden y clásicos como Poker Face y Paparazzi.
Gaga también interpretó piezas recientes como Perfect Celebrity, Disease y The Beast, antes de sentarse al piano para versiones íntimas de Killah, Zombieboy, Die with a Smile y How Bad Do You Want Me.
Con cambios constantes de vestuario, coreografías teatrales y una banda en vivo, la estrella condujo un espectáculo que fusionó el dramatismo visual con una energía imparable. Entre los momentos más coreados destacaron himnos como Born This Way, Shallow, Vanish Into You y el cierre apoteósico con Bad Romance.
Un fenómeno más allá de la música
Más que un concierto, el regreso de Lady Gaga a México fue un despliegue de identidad, inclusión y entrega absoluta. Los fanáticos, caracterizados por su entusiasmo y pasión, acompañaron cada movimiento y cada estrofa, transformando el Estadio GNP Seguros en un templo de euforia colectiva.
La «Mother Monster» reafirmó por qué sigue siendo una de las figuras más influyentes de su generación: por su capacidad de romper moldes, abrazar lo ecléctico y construir, junto a sus seguidores, una comunidad basada en la autenticidad, la libertad y el amor propio.




