Considerada como una enfermedad crónica silenciosa por lo difícil que es detectarla a tiempo, la osteoporosis es un padecimiento cada vez más común en nuestro país que afecta principalmente a personas mayores de 50 años, pero sobre todo a mujeres en la etapa posmenopáusica o con marcados antecedentes genético-hereditarios.
De acuerdo con Ileana Patricia Canto Cetina, académica de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina, esta afección puede definirse como una reducción de la masa en los huesos, lo que los hace más porosos y modifica su arquitectura normal, generando la pérdida de fuerza y resistencia y un incremento significativo en el riesgo de fracturas.
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Explicó que la posmenopausia es el principal factor de riesgo para que las mujeres padezcan esta enfermedad, pues la menstruación es indicativa de que sigue reproduciendo estrógenos: “Que para ellas son el factor protector contra la pérdida de hueso”.
Un segundo factor de riesgo, añadió, es cuando se presenta una fuerte influencia genética en la que, si los familiares cercanos en primera línea como la mamá, la tía o la hermana han sufrido de osteoporosis, las personas tendrán una alta predisposición a padecer la enfermedad en proporciones que pueden ir desde 50 hasta 85 por ciento.
Indicó que otros factores genéticos de riesgo son el embarazo, lactancia y edad avanzada; también hay los llamados riesgos modificables, como fumar, beber alcohol en exceso, obesidad, bajo consumo de calcio y de vitamina D, escasa actividad física y llevar una vida sedentaria.