El Movimiento Estudiantil de 1968 dejó una marca indeleble en la historia de México y para coadyuvar sobre la verdad de este hecho, se hicieron públicos miles de archivos que contienen información relevante sobre el proceder del Estado ante las demandas que se conjugaron en aquel año de ruptura.
El movimiento de 1968 nació a finales de julio, con el paro de las preparatorias 2, 3 y 5 de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Vocacional 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN), en respuesta a la brutal agresión que había recibido un grupo de estudiantes —el 23 de julio—, por parte del cuerpo de granaderos.
La respuesta represiva del Estado, con la intervención del ejército sobre las escuelas que habían entrado en paro, fue condenada por toda la comunidad estudiantil de la UNAM y del IPN. El 31 de julio, el entonces rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, izó a media asta la Bandera Nacional en señal de luto. Al día siguiente se efectuó la primera de las grandes marchas del movimiento, condenando las agresiones a los estudiantes y la violación de la autonomía universitaria.
El 27 de agosto, el movimiento alcanzó su mayor clímax, al realizarse una de las manifestaciones más concurridas con la asistencia de aproximadamente 400 mil personas, resultado del apoyo social a la causa de los jóvenes. Y concluiría en un acto de provocación, por parte de Sócrates Campos Lemus, representante ante el CNH, al hacer un llamado a permanecer en el Zócalo para exigir un diálogo directo con Gustavo Díaz Ordaz, presidente de la República. En la madrugada del 28 de agosto la plaza fue desalojada por el ejército.
El 13 de septiembre, se llevó a cabo la llamada marcha del silencio, con el fin de contrarrestar la imagen que el Gobierno y los medios de comunicación daban a conocer para desprestigiar el movimiento; la cual fue ejemplar y disciplinada, pues los estudiantes caminaron en silencio, algunos incluso con esparadrapos en la boca, para evitar la provocación.
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Por su parte, el Gobierno, con miras a desintegrar el movimiento, optó por desplegar al ejército. El 2 de octubre, el Comité Nacional de Huelga (CNH) invitó a celebrar un mitin en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, para luego marchar hacia el Casco de Santo Tomás, que se encontraba todavía ocupado por fuerzas militares. Sin embargo, alrededor de las 18:00 horas, el primer orador anunció desde el tercer piso del edificio Chihuahua, que la manifestación se cancelaba. Minutos después, un helicóptero lanzó una bengala, desatándose de inmediato un intenso tiroteo, ocasionando una confusión absoluta en la plaza.
Alguien lanzó cuatro luces de bengala de color verde, como señal y varios centenares de agentes de las distintas policías con las pistolas en la mano gritaron alto aquí nadie se mueve, se escucharon disparos y así se produjo el gran escándalo, entrando el ejército por la Secretaría de Relaciones Exteriores; se llevaron a cabo 40 detenciones en el edificio Chihuahua varios del Consejo Nacional de Huelga, en esta forma se suscitó el gran escándalo.
Informe del Departamento de Inspección de la Secretaría de Gobernación, 3 de octubre de 1968, Archivo General de la Nación.
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Se sabe oficialmente que aquel día se había puesto en marcha la operación Galeana, con el fin de detener a los miembros del CNH. La operación fue encabezada por el general Crisóforo Mazón Pineda y por el Batallón Olimpia, posicionados en puntos estratégicos para acorralar a los líderes del movimiento.
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Anuar Israel Ortega Galindo, señala a su vez que existió otra operación, más secreta que la primera, la cual se encargó de abrir fuego contra la multitud, sin distinción, entre estudiantes, civiles y militares, tal como señaló el secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán, en su informe:
«Mi general”, me dijo: Tengo varios oficiales del Estado Mayor Presidencial apostados en algunos departamentos, armados con metralletas para ayudar al ejército con órdenes de disparar a los estudiantes armados, ya todos abandonaron los edificios, sólo me quedan dos que no alcanzaron a salir.
Anuar Israel Ortega Galindo, “Los culpables tienen nombre y apellido. Luis Gutiérrez Oropeza y el 2 de octubre de 1968”, en Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación, núm. 17 (septiembre-diciembre 2018), p 29.
Las víctimas de aquella noche fueron en su mayoría estudiantes y civiles. El saldo actualmente sigue siendo desconocido, pero se calcula en cientos de muertos, heridos y detenidos.
Fuente: Archivo General de la Nación