Ucrania lanzó por primera vez cohetes de crucero británicos Storm Shadow contra objetivos en la región rusa de Kursk, un día después de que confirmara el uso de misiles estadounidenses Atacms en Briansk. Mientras tanto, Estados Unidos levantó la prohibición de suministrar minas antipersona al ejército ucraniano, según informaron medios occidentales con base en fuentes anónimas, ya que los gobiernos implicados no han hecho declaraciones oficiales.
Aunque no está claro cuántos misiles Storm Shadow se utilizaron, se informó que también se desplegaron sus equivalentes franceses, los Scalp. Estos ataques ocurren en un contexto de alerta por un supuesto ataque aéreo masivo de Rusia contra Kiev, que llevó al cierre preventivo de algunas embajadas occidentales. En respuesta, el Kremlin advirtió sobre represalias contra los países que proporcionan armas de largo alcance a Ucrania.
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Serguei Naryshkin, director de inteligencia exterior rusa, afirmó que los intentos de países de la OTAN de apoyar estos ataques no quedarán impunes. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, sostuvo que estas acciones reflejan un esfuerzo de Estados Unidos y sus aliados por prolongar la guerra, cuestionando el compromiso de Ucrania con el Tratado de Ottawa, que prohíbe el uso de minas antipersona.
Según el Washington Post, Estados Unidos condicionó el uso de las minas a zonas sin población civil y con mecanismos de autodestrucción programada. Sin embargo, estas medidas han incrementado la tensión internacional y fortalecido las acusaciones de Rusia de que Occidente busca perpetuar el conflicto en Ucrania.