En un giro de eventos que ha capturado la atención internacional, la canciller ecuatoriana, Gabriela Sommerfeld, reconoció públicamente que la orden de ingresar a la embajada de México en Quito para detener al exvicepresidente Jorge Glas fue dada directamente por el presidente Daniel Noboa. Esta confesión representa un reconocimiento implícito de que Ecuador infringió la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y Consulares, levantando preocupaciones sobre el respeto a la inviolabilidad de las misiones diplomáticas.
Durante una entrevista en un canal local, Sommerfeld admitió que su gobierno está plenamente consciente de las repercusiones internacionales que acarrea esta acción contra la sede diplomática mexicana. Al ser interrogada sobre por qué Glas no fue detenido en su traslado a la embajada, en lugar de dentro de la misma, la canciller hizo referencia al artículo 22 de la Convención de Viena, que estipula que los agentes del Estado receptor no deben ingresar a las sedes diplomáticas sin autorización.
El presidente Noboa, tras días de silencio, se pronunció sobre la situación, justificando la acción contra la soberanía mexicana. En un comunicado dirigido a la ciudadanía y a la comunidad internacional, publicado en su cuenta de la red social X, Noboa argumentó que Ecuador no podía permitirse brindar asilo a delincuentes condenados por delitos graves, aludiendo a la violación del Acuerdo de Caracas, la Convención de Montevideo y el Artículo 41 de la Convención de Viena, y la posibilidad de fuga.
La admisión de la incursión en la embajada mexicana por parte de Ecuador ha generado una ola de críticas y ha puesto en entredicho el cumplimiento del derecho internacional y la protección de los recintos diplomáticos. Este incidente no solo afecta las relaciones entre México y Ecuador, sino que también plantea un precedente preocupante para la comunidad internacional, destacando la importancia de adherirse a los convenios que rigen las relaciones diplomáticas y consulares.