Un estudio publicado este lunes sugiere que los anillos de Saturno podrían no ser tan jóvenes como se pensaba, y su brillante apariencia se debería a un mecanismo que evita su oscurecimiento, a pesar del constante impacto de micrometeoritos. La investigación, publicada en Nature Geoscience, plantea nuevas dudas sobre su antigüedad y formación.
Aunque Saturno y el resto de los planetas del sistema solar nacieron hace más de 4.000 millones de años, estimaciones recientes indican que sus anillos tendrían solo entre 100 y 400 millones de años. Esta aparente juventud se basa en su alta capacidad reflectante, algo sorprendente considerando el bombardeo continuo de micrometeoritos, que debería opacar su brillo. La sonda Cassini-Huygens, que orbitó Saturno entre 2004 y 2017, midió con precisión este fenómeno.
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Compuestos principalmente de hielo de agua y algunos minerales, los anillos de Saturno forman un disco delgado y extenso, que se extiende hasta más de 100.000 kilómetros alrededor del planeta. Aunque fueron detectados en el siglo XVII por Huygens tras las primeras observaciones de Galileo, su origen y evolución aún son objeto de estudio.