Los objetos utilizados en las actividades cotidianas como internet, nuevas herramientas de comunicación, teléfono, televisor, computadora, radio, automóvil, electrodomésticos y las energías que requieren para su funcionamiento, son resultado del trabajo intelectual que implicó largas horas de investigación y experimentación; también las obras artísticas como música, libros, esculturas, pinturas, por ejemplo, cuentan con normas e instancias que los protegen al igual que a sus autores.
Las invenciones y su aplicación en innovaciones son las que han construido el mundo como lo conocemos; prueba de ello son las actuales vacunas contra la COVID-19 que se han hecho en tiempo récord y surgieron por una necesidad imperante, en cuyo desarrollo participan universidades, científicos, gobiernos y empresas, asegura María Isabel Mascorro Velarde, directora de Transferencia de Tecnología de la Coordinación de Vinculación y Transferencia Tecnológica (CVTT) de la UNAM.
En su sitio web, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) define la propiedad intelectual como aquellas creaciones del intelecto humano, desde obras de arte hasta invenciones, programas informáticos, marcas y otros productos comerciales.
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Invención e innovación son términos utilizados de manera indistinta; sin embargo, tienen significados diferentes. Al respecto, Mascorro Velarde, precisa:
La invención se refiere a un producto, proceso y diseño, obra artística, obra literaria o software nuevos que están protegidos por alguna figura de protección de la propiedad intelectual. En tanto, la innovación es el uso de inventos; es decir, cuando una invención llega a ser producida y consumida de tal forma que resuelve una necesidad esencial.
Los mexicanos, destacó, han realizado invenciones que llegaron al mercado y son innovaciones que mejoraron la vida de muchos, entre ellas la máquina tortilladora (1904) por Edgardo Rodríguez y Luis Romero; la hélice Anáhuac (1930-40), del ingeniero Juan Guillermo Villasana, que logró que los aviones se elevaran mucho más y de mejor manera por lo que en poco tiempo el producto se exportó a todo el mundo.
Además, la televisión a color (1940), por Guillermo González Camarena, lograda tras una larga investigación con la que creó el sistema tricromátrico secuencial de campos; la tinta indeleble (1994) por Filiberto Vázquez Dávila, utilizada en los procesos electorales; o la nanomedicina catalítica para su uso contra el cáncer, desarrollada por Tessy María López Goerne.
En México no se tiene un indicador de cuántas solicitudes de patentes se han transferido y están en el mercado, pero se considera que las oficinas de transferencia de tecnología de las universidades tienen una tasa de transferencia menor al uno por ciento; es decir, que una empresa adquiera los derechos, lo produzca y comercialice, lo cual se debe a que, en numerosas ocasiones, la invención desarrollada no es de interés ya sea porque es avanzada y no está lista para ser integrada al mercado, está poco desarrollada y conlleva muchos riesgos o tampoco aporta elementos de relevancia para los consumidores y los mercados, explica.
La universitaria detalla que en el caso de la UNAM, de 1976 a 2020 ha obtenido 61 por ciento de las patentes solicitadas, lo cual significa que son invenciones novedosas, de calidad y pueden beneficiar a la sociedad.
De acuerdo con el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI), órgano regulador de las patentes en nuestro país, esta casa de estudios ha tramitado 829 en el periodo mencionado, y se le han concedido 504.
Mascorro Velarde refiere que las entidades con más títulos son: los institutos de Biotecnología (50) y el de Ingeniería (40); las facultades de Química (41), Medicina (31) y de Ingeniería (28).
Con motivo del Día Mundial de la Propiedad Intelectual, el 26 de abril, la directora destaca que hace más de una década que la UNAM reforzó el trabajo en sus oficinas de vinculación para proteger los desarrollos realizados por la comunidad universitaria y, en caso de ser posible, transferirla a empresas públicas, privadas o sociales, esto se refiere a que una empresa interesada en llevar al mercado la idea paga al creador una suma para que se le permita producir y comercializar la invención.
“El objetivo de proteger es transferir para que sea un producto que beneficie a la sociedad y no que se quede a mitad del camino como una patente o un título que nos otorgan, sino que realmente lleguen a usarse”, precisa la experta universitaria.
Establecido por la OMPI, se celebra el Día Mundial de la Propiedad Intelectual como reconocimiento al papel de ésta en el fomento de la innovación y la creatividad de las naciones; además de recordar la entrada en vigor del Convenio que establece la creación de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, en 1970.
Dicho convenio establece que las naciones firmantes trabajarán en la creación de reglas y normas para la protección y observancia de los derechos de propiedad intelectual mediante tratados internacionales; asistencia técnica y jurídica en el ámbito de propiedad intelectual; normalización y clasificación internacional de patentes, marcas, dibujos y modelos industriales, así como registros y presentación de solicitudes, que comprenden servicios internacionales.
Incentivar el patentamiento
Con el objetivo de incrementar la tasa de transferencia de los trabajos desarrollados por los universitarios, asevera Mascorro Velarde, la UNAM trabaja a fin de cambiar el modelo para crear una cultura del patentamiento, además de otorgar mayor impulso a los modelos de atención de tecnología, acuerdos y alianzas con las empresas para laborar en las necesidades de la sociedad.
Expertos de la Universidad Nacional han destacado por sus invenciones como el trabajo de Luis Ernesto Miramontes Cárdenas, cuyo trabajo en 1951 llevó al desarrollo de la píldora anticonceptiva; también la pintura antigrafiti (2001), creada por Víctor Manuel Castaño y Rogelio Rodríguez Talavera, con componentes que rechazan el aceite o el agua y se comercializa con el nombre de Deletum 3000.
“En la UNAM protegemos invenciones que están en etapas de maduración temprana, en niveles tres y cuatro, de los nueve reconocidos. Nuestros casos de éxito en la transferencia de tecnología tienen que ver con que las empresas se vinculan de una manera muy fuerte desde el inicio de la investigación para lograr darle esos giros que requieren los consumidores y que las empresas tienen muy claro, de qué es lo que necesita la gente”, acota.
Actualmente, esta casa de estudios cuenta con el Comité de Vinculación Universitaria y de Transferencia que reúne las diversas oficinas en la materia en las diferentes dependencias y facultades para fortalecer, entre otros, los encuentros, lazos y trabajos de los investigadores con la iniciativa privada, pública y social.
A esta instancia se suman los trabajos de la Dirección de Emprendimiento Universitario de la CVTT donde han surgido empresas, principalmente de egresados quienes desarrollan nuevos productos que atienden necesidades identificadas; eso les da éxito en los mercados.
“Presentan propuestas tecnológicas para resolver problemas existentes y eso hace que tengamos productos con tecnologías mexicanas, que le permiten a estas empresas seguir investigando; vamos eliminando paulatinamente la dependencia de tecnología extranjera y creando capacidades locales”, enfatiza.