Con la idea de llevar a las primeras infancias funciones de títeres construidos con materiales reciclables, que motiven al juego y a la imaginación, la actriz y dramaturga Alejandra Pastrana fundó la Compañía de Teatro Alternativo La Garra de Pachamama.
“‘Menos es más’, me decían mis maestros. Retomo estos consejos, pues no necesito ponerme una nariz o una máscara, porque el clown se lleva en el corazón”, afirma la creadora escénica, quien mantiene su agrupación al lado de sus compañeros universitarios con los cuales comparte ideales del compromiso actoral y del uso de pocos recursos escenográficos para llegar a escuelas en diferentes comunidades y municipios de la República mexicana.
“Reutilizamos lo que para muchos es basura y lo transformamos en vestuario, títeres, escenografía o utilería. Esto nos valió para que el activista social Enrique Cisneros, mejor conocido como ‘El llanero solitito’ —ícono del teatro revolucionario e independiente, promotor del teatro callejero y quien contribuyó en la fundación del Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística de la UNAM (CLETA)—, nos invitara a participar en caravanas teatrales con la Organización Político Cultural (OPC-CLETA), donde comenzamos con giras en comunidades de Oaxaca, Chiapas, Guanajuato”, describe la directora, quien cuenta con 25 años de trayectoria.
La Compañía de Teatro Alternativo La Garra de Pachamama surgió en Mexicali, Baja California, hace más de 20 años, con el objetivo de hacer producciones a menor costo; por ello, los títeres y la escenografía que ocupan se elaboran con material reciclado: “Con eso empezamos a hacer teatro, y de ahí el nombre de la compañía, porque con garra defendemos a la madre tierra”, resalta Pastrana.
Con su estilo ambientalista, se busca todo tipo de espacios para hacer teatro con estilos y formas innovadoras. Cuando Alejandra se convirtió en madre, pensó en la manera de cómo seguir con el proyecto sin descuidar a su familia.
“Descubrí que en el teatro dedicado a la primera infancia se necesitaba todo un mundo de investigación. Debía entender que este tipo de género se escribe en dos momentos: el contemplativo y el interactivo. Tenía que abrir espacios para que niñas y niños participarán en el escenario con elementos que pudieran sentir y tocar después de contemplar. Fue todo un mundo a descubrir. A partir de eso, mi manera de pensar y de crear teatro se transformó. Empecé, de verdad, a hacer un trabajo más detallado de investigación”.
Latidos al ritmo del corazón
La actriz recuerda que para llegar a esta etapa de creación, enfocada al público de primeras infancias, pasó por el aprendizaje y práctica de la comedia del arte, narración oral, investigación y el clown.
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Algunas de las puestas que ha desarrollado son 1,2,3 cuentos por la mar, Al aire Lola, Shakespeare: relatos de juglares, Por la paz, Leonardo y su crayón azul, El misterio de los calcetines perdidos y Latidos al ritmo del corazón, con la cual obtuvo el apoyo del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) de Artistas con trayectoria en teatro.
Pastrana explica que dicha obra habla de todos los ritmos y latidos de la vida, de la naturaleza y de todo lo que nos rodea. No es un teatro verbal, sino corpóreo, lo cual se cuenta la historia a través del cuerpo y de algunas acciones.
En Latidos al ritmo del corazón, se escuchan canciones de cuna, cuencos de cuarzo para armonizar los sonidos que emiten la naturaleza y la vida. Con dicha pieza, se fortalecen vínculos afectivos de apego positivo; asimismo, su propuesta es desarrollar habilidades básicas para el lenguaje y la motricidad al aprovechar las bondades del espacio escenográfico, además del material de estimulación temprana con el que interactuarán bebés, niñas y niños al finalizar la función.
Alejandra Pastrana estudió en la Ciudad de México la carrera de Teatro con Ludwik Margules, en el Foro Teatro Contemporáneo, así como Comedia musical con Lupita Sandoval y Fred Roldán. Trabajó del 2000 al 2007 en Canal Once e hizo teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México. Vivió una temporada en la ciudad de Baja California, y actualmente, en Puerto Vallarta.
