La dualidad entre el bien y el mal son dos conceptos siempre presentes en la ficción. ¿La gente nace malvada o las circunstancias las orillan a inclinarse hacia la perversidad?
La escritora Suzanne Collins se ha hecho las mismas preguntas en su mundialmente famosa saga literaria «Los juegos del hambre», en la que aborda un sistema de poder totalitario que ejerce completo control sobre sus ciudadanos, obligándolos a participar en sanguinarios juegos televisados anuales.
La historia, que llegó a cines en 2012, con Jennifer Lawrence como protagonista, regresa con Los juegos del hambre: balada de pájaros cantores y serpientes, precuela que cual péndulo, deambula entre la dualidad sádica y perversa del ser humano, y la noble y blanca.
“Lo que creo que Collins quiere explorar en sus historias es nuestra naturaleza real como raza humana, preguntándonos: “¿somos en verdad salvajes? ¿O somos de origen buenos?”, explica el director Francis Lawrence, quien desde En llamas, de 2013, se ha hecho responsable de la saga fílmica.
«Los juegos del hambre: balada de pájaros cantores y serpientes», que estrena hoy en cines, se ubica 64 años antes de los eventos de Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) y su aliado Peeta Mellark (Josh Hutcherson), quienes enfrentaron al presidente del ficticio mundo de Panem, Coriolanus Snow (Donald Sutherland).