Un ataque ruso impactó un edificio residencial de nueve pisos en Sumy, al norte de Ucrania, dejando al menos ocho muertos, entre ellos dos niños, y decenas de heridos, informó el ministro del Interior de Ucrania, Ihor Klymenko. Más de 400 personas fueron evacuadas del lugar mientras los rescatistas revisaban cada apartamento en busca de posibles sobrevivientes.
El ataque, descrito por las autoridades ucranianas como uno de los más grandes de los últimos meses, incluyó drones y misiles dirigidos contra múltiples objetivos en el país. Según Klymenko, «cada vida destruida por Rusia es una gran tragedia», en un momento en que Ucrania enfrenta la amenaza de nuevos ataques a su infraestructura energética de cara al invierno.
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En paralelo, el presidente estadounidense Joe Biden aprobó por primera vez el uso de misiles de largo alcance proporcionados por Estados Unidos para que Ucrania pueda atacar dentro del territorio ruso. Esta decisión responde al intenso cabildeo de funcionarios ucranianos que buscan reforzar su capacidad defensiva ante la escalada de agresiones.
El ataque en Sumy y la autorización de los misiles reflejan la creciente intensidad del conflicto, mientras Ucrania y sus aliados internacionales intentan mitigar el impacto de las acciones rusas sobre la población civil y la infraestructura crítica. Las tensiones siguen aumentando en un contexto marcado por la devastación y el riesgo de un invierno severo.