Los años ochenta fueron un periodo de cambios drásticos. La caída del Muro de Berlín en 1989 reformó el futuro y abrió el camino para un nuevo orden mundial. Pero otro evento significativo tuvo lugar en esa década, dos años antes, cuando los gobiernos se unieron para revertir el daño a la capa de ozono y garantizar un futuro viable para todos.
La adopción del Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono el 16 de septiembre de 1987 marcó un punto de inflexión en la historia ambiental. También mostró que cuando la ciencia y la voluntad política se unen, podemos cambiar el mundo.
“Frente a la triple crisis planetaria – del clima, la biodiversidad y la contaminación—, el Protocolo de Montreal es uno de los mejores ejemplos que tenemos del resultado positivo y poderoso del multilateralismo”, dijo Meg Seki, Secretaria Ejecutiva de la Secretaría del Ozono del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
El Protocolo de Monreal entró en vigor en 1989 y es el único acuerdo ambiental de la ONU ratificado por todos los países del mundo.