Los remanentes estelares, como enanas blancas, estrellas de neutrones y agujeros negros, son esenciales para descifrar el origen del universo y los procesos de formación galáctica, afirmó William Henry Lee Alardin, físico de la UNAM. Estos fenómenos actúan como laboratorios naturales que permiten estudiar la materia que forma galaxias, planetas y a nosotros mismos. Además, ofrecen información clave sobre las poblaciones estelares y su evolución en la Vía Láctea y otras galaxias, contribuyendo a comprender la estructura y dinámica del cosmos.
El estudio de estos cuerpos también impulsa el desarrollo tecnológico. Instrumentos y software creados para observar remanentes estelares encuentran aplicaciones prácticas en otros campos, como en la pandemia de COVID-19, cuando técnicas astronómicas ayudaron a analizar placas de tórax. Observatorios como LIGO y Virgo han revolucionado el conocimiento al detectar agujeros negros más masivos de lo esperado, planteando nuevas preguntas sobre su origen y formación. Proyectos como el telescopio Colibrí en México y la futura misión LISA buscan ampliar el espectro de observación con tecnologías de vanguardia.
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Para Lee Alardin, quien dirige la Coordinación de Relaciones y Asuntos Internacionales de la UNAM, la astronomía es una ciencia profundamente internacional. Grandes observatorios requieren inversiones y colaboraciones globales debido a las limitadas ubicaciones óptimas para la observación. Con esfuerzos como LISA y Colibrí, se espera combinar datos de ondas gravitacionales y luz en distintas frecuencias, lo que promete avanzar en la caracterización del cosmos y desentrañar aún más los secretos del universo.