Un nuevo estudio sugiere que los agujeros negros primordiales, formados en las caóticas primeras etapas del universo, podrían haber dejado rastros únicos tanto en el espacio como en la Tierra. Estos pequeños pero densos objetos podrían haber perforado túneles microscópicos en materiales como rocas y metales terrestres, o haber vaciado el núcleo de planetoides en el cosmos, dejando estructuras huecas detectables. La investigación, liderada por la Universidad de Buffalo y publicada en Physics of the Dark Universe, busca formas innovadoras de confirmar la existencia de estos fenómenos teóricos.
Los agujeros negros primordiales (PBH), cuya existencia nunca ha sido observada directamente, podrían representar una forma de materia oscura, que constituye el 85% de la masa del universo. Según el estudio, un PBH atrapado dentro de un planeta o asteroide podría consumir su núcleo líquido más denso y dejar una cáscara hueca. Además, si estos objetos atravesaran materiales sólidos en la Tierra, dejarían túneles microscópicos detectables con tecnología avanzada. Aunque las posibilidades de encontrar estas señales son reducidas, el impacto de tal descubrimiento sería inmenso, explica Dejan Stojkovic, coautor del estudio.
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Los investigadores creen que estos objetos huecos podrían identificarse a través de telescopios, midiendo densidades inusualmente bajas para su tamaño. Además, proponen explorar materiales terrestres antiguos en busca de túneles microscópicos, ya que esto no requeriría recursos significativos. Este enfoque creativo abre nuevas posibilidades para rastrear una de las teorías más intrigantes de la física moderna y arrojar luz sobre los misterios del universo temprano.