El acceso a internet es muy desigual entre los jóvenes del mundo: 346 millones (el 29%) siguen desconectados. África es el continente con el índice más alto de jóvenes sin acceso a la tecnología digital (tres de cada cinco), mientras que en Europa es tan solo uno de cada 25.
La brecha digital ahonda en otras diferencias económicas, lo que desfavorece todavía más a los jóvenes en contextos de pobreza, marginación o conflicto. Estos pierden oportunidades de aprendizaje y acceso a información, tan necesarias para aquellos que viven en comunidades remotas o cuando hay una crisis humanitaria.
Así es el día a día de Ali Amine, un joven de 18 años que tuvo que abandonar su hogar y ahora vive en el campo de refugiados de Danamadja, en Chad: “No tengo teléfono y echo de menos mi Facebook. En Danamadja, estamos en una caja cerrada. Sin internet, el mundo de afuera avanza, pero nosotros nos quedamos atrás” .
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Las consecuencias van más allá de la falta de acceso a la red: aquellos que no aprenden a usar las nuevas tecnologías o no hablan idiomas minoritarios están peor situados a la hora de encontrar trabajo o de acceder a información relevante en línea.