Los recientes bombardeos israelíes sobre instalaciones de fabricación de misiles en Irán han desencadenado reacciones de condena y pedidos de moderación en diversas naciones y organismos internacionales. Irán, el principal afectado, declaró que tiene el derecho de defenderse y justificó su postura de acuerdo con el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas. El movimiento libanés Hezbolá, aliado de Teherán, denunció el ataque como una «peligrosa escalada» en la región y responsabilizó a Estados Unidos por respaldar a Israel.
Líderes de la ONU, Rusia, y varios países del Golfo también manifestaron preocupación por el aumento de las tensiones. Antonio Guterres, secretario general de la ONU, pidió esfuerzos para evitar una guerra regional, mientras que Rusia instó a todas las partes a actuar con moderación. Países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Catar condenaron el ataque y destacaron su rechazo a la escalada, señalando el impacto negativo de estas acciones en la estabilidad de Oriente Medio.
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En Occidente, la Unión Europea, Reino Unido, Francia, y otros gobiernos también expresaron sus reservas. La UE pidió la «máxima moderación» para evitar una escalada, mientras que líderes de Alemania y España advirtieron sobre las consecuencias de incrementar la violencia en la región. La reacción internacional refleja la inquietud generalizada ante la posibilidad de que el conflicto se extienda en una de las zonas más frágiles del mundo.