Establecido en un predio de casi cuatro hectáreas del barrio de Acapantzingo, en Cuernavaca, donde Maximiliano de Habsburgo tuvo su casa de campo, el Jardín Etnobotánico de la representación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Morelos se enfila a sus 50 años con la construcción de un humedal que albergará una amplia colección de especies acuáticas.
Desde mediados de septiembre de 2024, tras los muros de la finca El Olindo, se trabaja en esta iniciativa que busca enriquecer la colección botánica y la fisonomía paisajística del lugar, un proyecto pionero dentro de la Red Nacional de Jardines Etnobiológicos del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Renajeb-Conahcyt), del que forma parte.
Como señala la coordinadora del Jardín Etnobotánico del Centro INAH Morelos, Lizandra Salazar Goroztieta, la concreción de este plan, en el marco de la iniciativa Casa de Saberes (de la Renajeb), y entre cuyos objetivos se encuentra la remediación del agua contaminada del apantle que atraviesa el predio, es uno de los motivos por los que este lugar cerró sus puertas, las cuales volverán a abrirse el próximo 4 noviembre de 2024.
El investigador del Conahcyt José Luis García Tavera, cuyos análisis sustentan el diseño de este ecosistema artificial, refiere que “el proyecto es pionero al estructurar una propuesta que abarca de forma integral la gestión hídrica sustentable, la restauración de un hábitat (el apantle) y el establecimiento de un humedal basado en el método de fitodepuración del agua, el cual recupera el sistema constructivo y productivo de las chinampas.
“Todo esto contribuirá a recrear un mesocosmos, es decir: se reproducirá un pequeño ecosistema con un balance hídrico sustentable, el cual favorece el equilibrio entre los organismos que habitan con las plantas y que promueve el reciclamiento de nutrientes (provenientes de los subproductos del jardín) y de los contaminantes que transporta el apantle, durante el proceso de asimilación que realizará el humedal al filtrar el agua y, a la vez, generar una composta de buena calidad”, explica.
Asimismo, contará con un jagüey que retendrá el agua en tratamiento, a fin de que recircule sobre el apantle y el propio humedal y sea bombeada hacia las cisternas, conforme las necesidades de riego en el jardín (sobre todo, durante la temporada de sequía).
Luego de un año de diagnóstico, en el que se evaluaron áreas subutilizadas en el predio y se definieron las superficies necesarias para la construcción del humedal, la fase de obra civil del proyecto arrancó en mayo de 2024, concentrándose en el proceso de biorremediación (técnica para limpiar suelos contaminados que usa a los mismos microorganismos que viven en él y en el subsuelo) para la restauración hacia un humedal.
“Lo que hacemos es una ingeniería ecológica, ordenar el desarrollo de las plantas, dirigir el tratamiento del agua y su depuración. Para noviembre, estaremos en el proceso de estabilización: todas las partes que intervenimos estarán ajardinadas, para que las y los visitantes del Jardín Etnobotánico del Centro INAH Morelos tengan una experiencia genuina de cómo surge, de forma paulatina, este espacio acuático”, adelanta García Tavera.
De esta manera, el jardín (que, además, mantiene la Colección Nacional de Plantas Medicinales desde hace 30 años) se posiciona a la vanguardia como un espacio de regeneración ecológica dentro de la mancha urbana de Cuernavaca y su zona conurbada, donde los apantles son un elemento de identidad biocultural e histórica.
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Linzandra Salazar recuerda que este jardín alberga seis colecciones, distribuidas por usos: Medicinales (la más extensa, con 545 especies), Alimenticias, Condimenticias, Ornamentales, Cactáceas y Orquídeas Silvestres. También, cuenta con un herbario, donde se integra la investigación, conservación y difusión de las prácticas y representaciones socioculturales en torno al uso y manejo de los recursos fitogenéticos.